Viviendo en Barcelona

Barcelona: Un mes después viviendo y estudiando

Hace unos días cumplí un mes en Barcelona (9 de noviembre), me parece hace dos años que fue el día que llegué, lo confieso, Octubre lo sentí leeeento, lentísimo a diferencia de otros años.

Sin embargo, también me dejó gratas experiencias y anécdotas para el recuerdo y también para aprender.

Por ejemplo:

¡El transporte!

Debo admitir que aquí el transporte es una maravilla, vengo de Lima, una ciudad donde el alcalde hace de todo para destruirla (#CastañedaNuncaMás) y el transporte público es un caos.

Obviamente eso fue lo primero que vi y me sorprendió sobre todo porque aquí no he extrañado en ningún momento manejar (perdóname hijito, igual te extraño).

Eso sí, la primera o segunda semana, cuando según yo, ya estaba lista para andar sin mi mejor amigo Google Maps, me confundí de dirección al tomar el metro de regreso a casa y al ver que me alejaba entré en pánico.

Disimulé bien, no crean que me puse a gritar, me bajé en la siguiente estación y ahí aprendí que el metro está perfectamente señalizado para que a la hora que ingreses veas a qué dirección quieres ir.

Desde ese día no me ha pasado (menos mal).

También aprendí que hay diferentes tarjetas para comprar en la estación del metro de Barcelona, de 10, 50 y 100 viajes (duran 30 días y el precio va de 10 (T10), 48 (T50) y 100 euros (T100), pero mejor aún es que esta tarjeta también te sirve cuando subes al bus, tren o tranvía.

¡Una maravilla!

Un amigo fue el que me contó eso la primera noche que estuve aquí, cuando inocentemente le dije que había llegado en metro y no tenía tarjeta para volver en bus (me miró con cara de “Ay ternurita” y vi la luz con ese dato).

Yo uso la T50, la cual me ha permitido ir a clases y a la vez con los viajes que me quedaron pasear por la ciudad, aunque la verdad he caminado bastante desde que llegué.

Además, en el metro a veces suben a cantar y la gente hasta se anima a bailar, si deseas le das algo a la persona que sube pero si no, no hay problema. Solo he visto eso en el metro.

¡El bus!

Otra cosa que me sorprendió fue cuando empecé a tomar bus para ir a la Universidad, normalmente en los paraderos encuentras pantallas que te indican la hora de llegada de cada bus, normalmente de 15 a 5 minutos entre cada uno.

Pero en dos oportunidades vi que los buses demoraron 10 y 5 minutos en llegar, ¡CINCO!, la gente que estaba haciendo cola (unas 8 personas) se indignaron y empezaron a decir que eso era un atropello contra el ciudadano y que se lo harían saber al chofer cuando llegue.

Yo solo escuchaba y me asombraba porque claro ¡estaban en su derecho! Pero qué diferencia, si los llevaba a Lima un día, se morían del susto, les daba algo de todas maneras.

Yo estaba feliz solo porque el bus vino casi vacío y encontré sitio!!! y ellos molestísimos por esa demora (cosas del primer mundo).

Al inicio andaba en metro con Google Maps atenta al camino para no pasarme de paradero o estación, luego de este mes, ya no lo uso para lugares que ya conozco, ya se dónde bajarme, lo cual me ha permitido ahorrar muchos megas también y estoy feliz por eso.

También he subido al Tranvía y al tren (no son lo mismo), un éxito, las diferentes vías de transporte aquí se unen en ciertas estaciones, lo cual te permite ir a todo sitio desde cualquier lugar.

¡Amo! Aquí en ese sentido se puede ahorrar, porque taxi, solo lo tomé del aeropuerto a mi hogar cuando llegué y de ahí nunca más.

¡El frío!

¿Es en serio? Se supone que he llegado en otoño y la verdad tuve varios días de sol y pude estar con polo manga corta hasta el día que todo cambió en Barcelona, según me enteré hubo un golpe de frío que vino desde la montaña.

¡DIOS SANTO JESÚS!

Ese día entendí porque los europeos andan en short cuando van en Cusco, este frío es otro LEVEL y miren que estamos en otoño y España es uno de los países menos fríos de Europa a diferencia de Alemania o Noruega.

Por ejemplo pero ese día, cerré las puertas del balcón de mi cuarto, me puse pijama, casaca y me metí a mi cama, no quise salir (me acuerdo y me río), a las horas tomé valor y me animé a salir pero con calentador debajo del jean, chompa, la casaca con la que viajé a Puno, chullo (solo me faltaron guantes).

El frío que sentí me asustó un poco, sentí que me congelé, igual dicen que te acostumbras (ahora ya no uso calentador debajo del jean después de 3 intentos).

Me vi en la necesidad de comprarme una casaca doble pluma, es como un edredón pero no tan pesado, desde ahí volví a ser feliz y salí a caminar como siempre y con toda la actitud.

¡A ver pues frío! Recuerdo que esto se lo conté a una compañera del master catalana y se sonrió (obvio le expliqué que de donde yo venía CREÍA que hacía frío pero no, vivimos engañados jeje) y luego de escucharme me dijo, esto no es nada, el frío de verdad viene en enero y febrero y yo.

¡Ahhhhhh ya, genial! Igual, me acostumbraré, ya saqué los guantes así que ¡Vamos con fe!

¡La comida!

No me maten pero en este mes he probado pocos platos españoles, salvo la tortilla española, las papas bravas y los famosos bocadillos (pan con jamón inglés y queso u otras variedades).

Se me fue un poco el apetito y aproveché para empezar a comer más sano, dejé el arroz (un mes que no lo pruebo), tomé sopas para el frío (me sentí Gastón Acurio preparando calditos de pollo).

Hasta el momento he bajado 8 kg (eran necesarios también), pero desde que llegué sentí una relajación total en mi cuerpo que dije bueno aprovechemos y hagamos dieta. La verdad, Barcelona es una ciudad súper caminable así que eso ha ayudado bastante.

Esto es lo que puedo contarles como resumen de mi primer mes, además de seguir conociendo más lugares de la ciudad, mis clases, de sacar cita para seguir con los trámites aquí porque SÍ, los tramites para los extranjeros continúan.

Demoran un poco ¡Bastante! pero eso ya se los contaré en otro post para que sepan qué hacer ni bien lleguen a estudiar.

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