
Mi primera vez en la nieve
Hay personas que aman el invierno y odian el verano, como hay las que adoran el verano (así sudes y todo lo que conlleva vivir sin aire acondicionado), bueno esa soy yo, así que para mi vivir un invierno de verdad era toda una experiencia.
Sin embargo, cuando mi amiga me dijo “¡Vamos a ir a esquiar, ah!” toda mi perspectiva sobre el frio cambió y como niña de 5 años no veía la hora de llegar y saber cómo era la nieve.
Navidad en Stavanger
En la cena de navidad comentaron que no había mucha nieve en Sirdal por el cambio climático y que a diferencia de años pasados no había nevado en Stavanger pues los días eran de 4 grados, lo que para ellos eran “días cálidos”.
Yo pensé que para ir a la nieve con mis calentadores era más que suficiente hasta que me preguntaron si tenía pantalón y calentador para la nieve, casaca para nieve, lentes para nieve, guantes y todo lo que se puedan imaginar para nieve, mi respuesta obviamente fue “mmmmmmm NO, creo que no”.
Lo bueno es que pude conseguir lo necesario y ese domingo nos fuimos 5 de la mañana en bus hasta Sirdal (a 5 horas de Stavanger), con calentador, pantalón, zapatillas para nieve, medias gruesas, calentador arriba, chompa, mi casaca de Perú y la casaca de nieve, aparte de los guantes, bufanda y gorrito de lana y harto bloqueador en el rostro, ahí entendí porque todo eso era necesario.
La nieve y yo
Llegamos 10 de la mañana, aún no reventaba el sol y el resort estaba con poca gente, habían dos paradas (el de los columpios hacia la montaña para personas que ya sabían esquiar y contaban con el equipo necesario) y el resort donde podías alquilar los equipos y habían pistas para adultos y niños.
Cuando vi la pista de nieve para adultos, lo primero que pensé fue “Si me tiró de ahí no la voy a contar”, pues de lejos se veía fácil pero la velocidad con la que iban me hizo pensarla y como ya me han enyesado por hacer sandboard y por la culpa de un skate …
Cuando adquirí los equipos (costó: 3000 coronas, es decir 30 euros) fui sincera con el chico que atendía y le dije que era mi primera primerísima vez esquiando, que nunca, NEVER lo había hecho pero quería intentarlo y sin dudarlo me mandó a la pista de niños de 1 a 5 años (porque sí, los niños de esa edad ya saben esquiar!!!).
Salí del lugar con mis zapatos de Robocop, aprendiendo a caminar con ellos y me fui a la pista de niños, donde papás y mamás que obviamente sabían esquiar, subían por la rampa con sus hijitos a enseñarles y lanzarse con ellos.
La indumentaria de estos pequeños me impresionó y me causó muchísima ternura y miren que soy #TeamHerodes (no les tengo mucha paciencia, a veces sí, a veces no), pero me encantaron.
Subí hasta la parte alta de la rampa, bueno que para mí era alta y me dio pánico esquiador, algo así como pánico escénico, pues no sabía bien cuál era el siguiente paso. Un señor noruego con su hijito me vio (en el video podrán verlo sonreír cuando decidí lanzarme) en esa lucha interna y me dijo “Come on”, “You can do it”, que vergüenza Dios mío.
Encima le estaba dando el peor ejemplo al chiquitín que me miraba sin entender porque no esquiaba como su papá. Por dentro pensaba “Señor, esta es mi primera vez y tengo miedo ¡No me presione!”… pero solo le respondí “Thanks” y le cedí el paso para que él se lanzara primero, mientras yo seguía caminando como Robocop.
Al inicio no había mucha y pude tomarme mi tiempo, la verdad me dio miedo, ahora mientras escribo lo recuerdo y me río pero en ese momento estaba muy asustada. Decidí lanzarme y en el primer intento la velocidad con la que fui hizo que me cayera pero para que nadie piense que me había dolido me paré al instante.
Volví a intentarlo, esta vez no demoré mucho en lanzarme y duré un poco más en pie, a pesar de que iba frenando como me dijeron, adquirí tanta velocidad que así no quisiera en la parte baja me caí otra vez pero con estilo, y así, una y otra vez.
Aprendí a lanzarme y mantenerme en pie al menos un poco más de tiempo pero mis aterrizajes fueron siempre forzosos; sin embargo, le agarré el truco (según yo) y ya no quería que ningún niño suba, quería la pista solo para mí pero imposible.
Me tiré un par de veces más… me caí un par de veces más pero ya solo me reía, me pareció muy divertida la experiencia a pesar de mi torpeza (Ese día, mi apellido era #Torpella).
Una vez que “aprendí” a esquiar, mi amiga Nelly me dijo si quería hacer el “angelito” y yo no sabia a qué se refería hasta que vi a varios chiquitines haciendo lo mismo y no la pensé.
Al segundo ya estaba en la nieve haciendo lo mismo y sintiéndome tan o hasta más feliz que el día que me dijeron “Has sido aceptada en el Master”, pues de no haber sido por eso, tal vez no hubiera estado disfrutando de la nieve en el norte europeo.
Por la tarde, el Resort estaba repleto, el frío se hacía más intenso a pesar de que el sol reventaba. En ese momento entendí porque me dijeron que debía protegerme el rostro, el choque de los rayos con la nieve hacían que te ardiera la cara si la tenías descubierta y lo sentí, así que me tapé lo más que pude.
Por otro lado, el hielo empezó a derretirse, sobre todo en las “veredas” del resort y entendí porque me dijeron “mira bien por donde caminas porque te puedes resbalar”, no tuve ni tiempo para recordarlo, porque cuando lo hice ya estaba de rodillas en el suelo.
La verdad me maté de risa y mi amiga igual, nos divertimos muchísimo. (Aunque terminé con moretones pero nadie me quita lo esquiado).
El sunset en la montaña fue de ensueño, así que aprovechamos en tomar fotos y por fin pude hacer en la nieve lo que siempre había soñado desde que vi la película Rocky 4: pararme en la cima y gritar “DRAAAAGOOOOOO”, solo que esta vez me acompañaba mi casaca de Perú.
Perú en Rusia
Otra cosa, mientras tomaba fotos con Nelly, un turista ruso me vio con la casaca de Perú y me gritó “PEEERRRÚ”, “MUNDIAAAL”, volteé y le respondí casi con el “Como no te voy a queeeerer” y le conté que era mi primera vez en la nieve y que este año también había sido nuestra primera vez en el Mundial (bueno ahora, año pasado 2018).
Gracias a todos los que pudieron ir y hacer barra a la selección en Rusia, realmente hicieron historia. Me pareció genial que este señor me salude al ver la casaca.
Cerrar el año, conociendo la nieve fue para mi algo genial y muy especial, entendí que todo lo que había pasado ese año, todo lo que había aprendido a la buena o a la mala, los nuevos comienzos que me habían tocado y las decisiones que había tenido que tomar habían sido por algo y me habían llevado hasta ese lugar así que solo pude agradecer.
Estaba más que feliz en Sirdal. Una vez más, “Sin anécdotas no hay historias” y a veces las cosas que menos planeamos son las que mejor salen.
Y a lo Rocky pude decir “Adrian, I did it” (leerlo con la voz de Rocky todo golpeado después de la pelea con el ruso).
Si también conocen la nieve, cuenten cómo fue su primera vez, gracias totales, hasta un próximo post.
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2 Comentarios
Berta
Buenísimo el articulo. Reciba un cordial saludo.
Andrea Portella
¡Gracias! Fue una experiencia increíble!!!